No todas las bacterias son perjudiciales para nuestra salud. Algunas de ellas velan para nuestro bienestar y las tenemos que potenciar
En las últimas décadas se ha experimentado un gran aumento de enfermedades, trastornos y alergias en los países “desarrollados”. Por ejemplo, hace 20 años se calculaba que sólo un 20% de la población padecía algún tipo de alergia, mientras que actualmente la cifra se ha doblado, y se calcula que puede llegar al 50% el 2025.
David Strachan formuló La Hipótesis de la Higiene el 1989, que sostenía que los niños de los países con más recursos crecen en un ambiente excesivamente esterilizado, en que los detergentes y el escaso contacto con animales y naturaleza, impiden que el sistema inmunológico se adapte a los agentes patógenos comunes.
Después de años de investigación, esta hipótesis se ha confirmado: el exceso de limpieza, la mala alimentación, el sedentarismo o la vida en espacios cerrados, son algunas de las causas del incremento de muchas enfermedades comunes. Nuestros cuerpos reaccionan de forma desmesurada a elementos que consideran extraños como el polen, los ácaros, algunos frutos, etcétera, creándonos alergias por ejemplo.
Tenemos que cambiar la mentalidad con la que nos han educado de eliminar todos los gérmenes, ya que muchas bacterias no son perjudiciales. Promueven la vida, son los pilares de nuestros organismos y del ambiente en el que vivimos. En nuestro sistema digestivo, por ejemplo, existen diez veces más bacterias que células en todo nuestro organismo.
De hecho, los microbios que provocan enfermedades son menos de un 5% del total, pero es imposible eliminarlos sin perjudicar al resto. Evidentemente que los antibióticos o los pesticidas tienen muchos beneficios para nuestras vidas, pero hemos hecho un uso excesivo de ellos, que nos ha provocado daños en nuestros organismos y nuestro entorno.
La biotecnología es una alternativa a la eliminación indiscriminada de bacterias. Gracias al estudio de la microbiología, podemos elaborar una gran variedad de productos con infinidad de aplicaciones que trabajen con la naturaleza, y no en contra de ella.
Los microorganismos beneficiosos nos permiten restaurar el ambiente microbiano dañado, controlar los patógenos y promover el buen funcionamiento de las bacterias buenas. En combinación con otros productos naturales, se puede aplicar tanto en nuestro organismo, como en el de otros seres vivos, así como en el ambiente de nuestros hogares o lugares de trabajo.
El consumo de probióticos ayuda a restaurar nuestra flora intestinal, controlando y disminuyendo la cantidad de bacterias perjudiciales. Son microorganismos beneficiosos que velan para el buen funcionamiento de nuestro organismo. De la misma manera, se pueden aplicar a animales y plantas, y a productos de limpieza para mejorar el ambiente en que vivimos.
Por un lado, se calcula que un niño promedio de un país “desarrollado” recibirá entre 10 y 20 tratamientos antibióticos antes de cumplir los 18 años. Esta ingesta desmesurada afecta al equilibrio de nuestra flora intestinal, de la misma manera que lo hacen el estrés, el exceso de alcohol o una dieta pobre, por ejemplo. Para cuidar nuestro sistema inmunitario, hay que promover las bacterias buenas que mantienen nuestros intestinos saludables. Sin ellas, pueden poblarse de bacterias nocivas que pueden llegar a causar enfermedades graves.
Por el otro, la población de los países desarrollados pasa el 90% de su tiempo en espacios cerrados. Las comunidades de bacterias del aire interior son menos diversas, pero contienen más organismos perjudiciales que el aire fresco. Además, se tienen que añadir la gran cantidad de sustancias nocivas con las que convivimos que forman parte del contenido de nuestros limpiadores, cosméticos, pinturas, etcétera.
Finalmente, os dejamos algunos consejos que ayudan a mantener un organismo saludable:
- Evitar alimentos procesados
- No excederse con el azúcar, la sal o el alcohol
- Consumir una gran cantidad de frutas y verduras, y muy variadas
- Evitar los antibióticos, siempre que no sean muy necesarios
- Consumir probióticos
- Ventilar las habitaciones de forma natural
- Hacer nuestro propio huerto para tener contacto con la naturaleza y disponer de alimentos frescos
- Consumir alimentos de proximidad y de temporada
- Hacer deporte