El interior de nuestros vehículos contiene partículas contaminantes procedentes de los materiales que lo forman, así como del exterior que entran por el sistema de climatización
La mayoría de la población utiliza el coche propio cada día para ir al trabajo, a la escuela o la universidad. Se calcula que los europeos pasamos entre dos y tres horas cada día laborable dentro de un automóvil; y aunque estamos muy advertidos de la contaminación que provoca el tráfico en el exterior, tenemos muy poca información sobre los contaminantes del interior de los coches.
Según uno de los pocos estudios realizados sobre esta materia, del Instituto Nacional de la Salud francés el 2007, el aire del interior del coche suele estar hasta cuatro veces más contaminado que el del exterior.
Y es que los vehículos están renovando el aire constantemente mediante los conductos de ventilación, por lo que las partículas contaminantes del exterior entran en el vehículo y se suman a las que ya hay en el interior. Esto es especialmente peligroso en las zonas metropolitanas, con más volumen de tráfico y atascos.
Las partículas contaminantes del exterior provienen principalmente de los tubos de escape, y de los restos de asfalto, neumáticos y frenos que se quedan en suspensión a poca altura del suelo. El sistema de climatización tiene como función principal regular la temperatura, pero también ha de renovar el aire para garantir los niveles de oxígeno necesarios para los ocupantes. Con esta función, es cuando se cuelan por los conductos estas partículas nocivas que suelen ser muy pequeñas y se van acumulando en el aire, afectando principalmente el sistema respiratorio de los ocupantes.
A estas, se les suman las partículas nocivas del interior que suelen llamarse COVs (Compuestos Orgánicos Volátiles) y que provienen mayoritariamente de los diferentes materiales que hay en el coche: tapizados, alfombras, plásticos, colas, pinturas, etc. Además, a decisión personal podemos añadir aún más sustancias nocivas en el interior de nuestro vehículo, utilizando ambientadores y productos de limpieza convencionales que contienen compuestos tóxicos, igual que pasa en casa.
Así pues, en el interior de los vehículos se acumulan partículas nocivas procedentes del exterior y las que se desprenden del mismo automóvil, dando como resultado un ambiente muy poco saludable. La exposición continuada a este ambiente puede provocar distintas molestias como irritación ocular, incremento de ataques de alergia o agravar problemas respiratorios. Aunque a la larga, también tiene efectos que pueden provocar enfermedades más graves, principalmente respiratorias y cardiovasculares, así como algún tipo de cáncer.
Para intentar evitar o al menos reducir la exposición a estos contaminantes, deberíamos intentar coger menos el coche, desplazarnos más en transporte público, bicicleta o a pie. Cuando el uso del automóvil sea estrictamente necesario, hay algunas acciones sencillas que podemos hacer y que nos ayudaran a reducir la cantidad de sustancias nocivas de su interior:
- Aspirar frequentemente para eliminar los restos que se acumulan en los asientos y alfombrillas
- Utilizar productos de limpieza ecológicos como los de la gamma eMC® que no tienen ningún tipo de sustancia química nociva, y además eliminan los malos olores por lo que no es necesario tener ambientadores
- Tener un buen mantenimiento de los filtros de aire, limpiarlos y cambiarlos siempre que sea necesario
- No permitir el tabaco ya que desprende una gran cantidad de dióxido de carbono
- Ventilar entre cinco y diez minutos siempre que tengamos que hacer un viaje largo, en un espacio tan natural como sea posible, no en medio de un atasco
- Intentar apagar el motor siempre que sea posible, a los atascos, cuando esperamos alguien o en el garaje
- Conducir intentando producir las menores emisiones posibles: moderando la velocidad, aprovechando las marchas, utilizando el aire acondicionado lo menos posible, etc.
- Cuando se nos presente la ocasión, cambiar nuestro vehículo por uno eléctrico y que utilice materiales más ecológicos