Un cubo para la gestión de residuos orgánicos es un instrumento preparado para convertir los residuos orgánicos de nuestro hogar en fertilizante ideal para nuestras plantas. Es una manera de aprovechar los restos diarios de nuestra cocina, reducir la cantidad de basura acumulada y obtener fertilizante natural para nuestro jardín, huerto o terraza. El líquido resultante también puede utilizarse para limpiar las tuberías y eliminar malos olores
Así pues, la utilización de esta herramienta nos permite ahorrar dinero en la compra de productos fertilizantes y bolsas de basura, a la vez que colaboramos en la preservación del medio ambiente, utilizando menos químicos y dando una segunda vida a los residuos de nuestro hogar. Se debe de añadir también que da un extra de motivación en el cuidado de nuestro jardín, y que nos aportará beneficios para la salud al comernos sus frutos.
Nuestros cubos para residuos orgánicos están fabricados para que su utilización sea muy fácil y no nos suponga ningún impedimento. La medida del cubo nos permite ponerlo en la cocina, en el balcón o en la terraza, para nuestra comodidad. Disponen de una rejilla que separa la masa sólida del líquido que se va perdiendo a lo largo del proceso de degradación de la materia orgánica. Se recomienda poner entre 8 y 10 piezas de cerámica alter-entorn para evitar que el lixiviado acumulado haga mal olor.
Su funcionamiento es muy sencillo. Se dipositan los residuos orgánicos cortados en piezas pequeñas dentro del cubo y se añade Bokashi para garantizar un proceso anaeróbico adecuado y sin moscas, gusanos ni malos olores. El preparado Bokashi es un salvado de trigo natural fermentado que está enriquecido con microorganismos, que aceleran y mejoran la descomposición, evitan malos olores y la aparición de insectos, entre otros beneficios.
Es conveniente ir comprimiendo los restos con la ayuda de una pala o cuchara de madera por ejemplo. De esta manera nos aseguramos que quepa una mayor cantidad de residuos, ayudamos a eliminar el aire y agilizamos el proceso de descomposición. Se pueden añadir todo tipo de residuos orgánicos, cortados en piezas bien pequeñas: pelas de fruta y verdura, cáscaras de huevo, restos de cereales y pasta, poso de café, migas de pan, etc. Sólo tenemos que evitar poner huesos ya que tardan mucho tiempo en descomponerse. También hay que tener cuidado con las etiquetas de plástico que a veces van pegadas a la fruta.
A medida que vayan pasando los días, iremos acumulando materia orgánica y recogiendo los lixiviados (líquido) a través del grifo de la parte inferior del cubo. Una vez esté lleno (de un a dos meses dependiendo del número de personas y comidas, y si es invierno o verano) se mantiene la materia orgánica en el cubo un mes, mientras se van extrayendo los lixiviados. Estos se mezclan con agua (30-50ml por cada litro de agua) ya que es muy concentrado y ya se puede utilizar. El proceso puede repetirse a lo largo de todo el año. Recomendamos disponer de dos cubos para poder volver a iniciar el proceso durante el tiempo de reposo.
La materia sólida hidrolizada y fermentada que sale del cubo, se puede utilizar directamente, enterrándola en el suelo (para que no vayan insectos), a 30cm de las raíces de las plantas. Se comportará como un potente abono.
También la materia sólida hidrolizada y fermentada que sale del cubo, se puede convertir en compost mediante otro proceso. Se debe dejar reposar entre 10 y 12 semanas aproximadamente en un cubo más grande, con tierra por debajo y por encima, hasta que todo quede negro como la tierra. Se aplicará al suelo a unos 20cm de distancia de la planta. Consúltenos su caso concreto.