Las sustancias tóxicas más presentes en el aire de los espacios cerrados como nuestro hogar o nuestro lugar de trabajo, de dónde provienen y qué efectos tienen sobre nuestra salud
Al contrario de lo que pueda parecer, el aire de los espacios interiores a menudo está tan o más contaminado que el del exterior. A menudo no percibimos el peligro de esta contaminación y, por tanto, no hacemos nada para reducirla; pero es necesario concienciarse sobre este problema ya que tiene más efectos sobre nuestra salud y la de nuestra familia de los que sospechamos.
De hecho, pasamos la mayor parte de las horas del día en espacios cerrados: en casa, en el coche, la oficina, etc. Por tanto, respiramos mucho más aire de interior que de exterior, y nos tenemos que asegurar de que este sea de buena calidad. Las sustancias tóxicas que contaminan el aire provienen de muchos lugares diferentes: materiales de construcción, productos de limpieza, muebles, etc. Por eso es importante saber identificarlos e intentar reducirlos, ya que a la larga nos pueden provocar diferentes problemas de salud.
Hay algunos consejos a seguir en esta dirección, como la importancia de la ventilación natural diaria del que ya hemos hablado anteriormente, o pasarse a productos de limpieza ecológicos como los de nuestra gamma, por ejemplo. También hemos comentado algunas pequeñas acciones para mejorar el aire del interior de los vehículos. Así que vamos a explicar cuáles son estas sustancias tóxicas, de dónde provienen y cómo nos pueden afectar.
El 1989, la NASA publicó un estudio sobre esta cuestión que actualmente, sigue plenamente en vigor. Destacó seis sustancias nocivas para la salud que son las más habituales en el aire que respiramos:
-Benceno: es quizá una de las sustancias nocivas más presentes ya que se desprende de muchos elementos diferentes como detergentes, materiales de construcción, adhesivos, algunos pegamentos, incienso, lacas, pesticidas, disolventes, pinturas, barnices, humo del tabaco, etc. Está considerado como una sustancia cancerígena, además de provocar irritaciones, dolores de cabeza, náuseas, disminuir la presión arterial y afectarnos a la vida diaria con un acceso de somnolencia y/o pérdida de apetito, entre otros. Se relaciona también con la anemia, la debilidad del sistema inmunológico, el desorden menstrual, la pérdida auditiva, etc. Además del aire, también se trata de una sustancia contaminante para el agua.
-Monóxido de carbono: proviene principalmente de la combustión, ya sean estufas de leña o gas, vehículos, humo del tabaco, etc. Sus efectos son especialmente graves para la circulación sanguínea ya que reduce la capacidad de transportar el oxígeno hacia los órganos. También provoca dolores de cabeza, náuseas, dolores musculares y aumenta la fatiga.
-Tricloroetileno: se desprende de las pinturas, barnices y tintes principalmente, aunque algunos limpiadores también lo contienen, sobre todo los de limpieza en seco. Su consecuencia principal son las irritaciones, principalmente de piel y ojos, pero también puede afectar a algunos órganos como el hígado y los riñones. Está reconocido como un agente cancerígeno.
-Amoniaco: presente en la mayoría de detergentes y limpiadores, además de algunos aparatos tecnológicos y el humo del tabaco. Afecta sobre todo al sistema respiratorio, secándonos la garganta, provocándonos tos, irritaciones e inflamación de laringe y pulmones, entre otros.
-Formaldehido: proviene de muchos tapices, algunos plásticos, alfombras, muebles, aislamientos, algunos cosméticos, pinturas, electrodomésticos, etc. También se desprende de aparatos que funcionan con gas natural y del humo del tabaco. Principalmente provoca alergias; asma; irritaciones en la piel, ojos, nariz y garganta; dolores de cabeza; problemas menstruales; náuseas; etc.
-Xileno: presente en muchos tipos de plásticos, pinturas, barnices, pegamentos, cuero, electrodomésticos, ambientadores, etc. además del humo del tabaco y de los vehículos. Causa irritaciones en la piel, así como en los ojos y las vías respiratorias, se relaciona con la pérdida de audición, problemas de memoria, déficit de atención, desordenes menstruales, etc. También provoca somnolencia, dolores de cabeza frecuentes y falta de apetito.