Los primeros meses de vida son cruciales para desarrollar una buena microbiota que nos acompañará toda la vida
Sabemos que el microbioma es el conjunto de comunidades de microorganismos (microbiotas) que habitan nuestro cuerpo, principalmente los intestinos, las diferentes mucosas y la piel. En total más de 40.000 especies diferentes de bacterias.
Cada microbioma es único, de la misma forma que lo es cada persona o su huella dactilar. Tener más o menos diversidad y cantidad de microorganismos depende de una gran cantidad de factores, des de nuestro nacimiento hasta nuestros hábitos posteriores.
Así pues, la colonización del microbioma comienza justo en el momento del parto, aunque hay quién cree que ya va habiendo contacto durante el último trimestre de embarazo. Se ha demostrado que los bebés que nacen a través de parto natural cogen microbios de la vagina de la madre y, por tanto, tienen una mayor comunidad y diversidad. En cambio, si el parto es mediante cesárea estos microorganismos se cogen sólo de la microbiota de la piel, que no es tan diversa; y del ambiente, es decir del quirófano, que es completamente estéril.
De la misma manera, por ejemplo, los bebés que reciben lactancia materna se ha demostrado que tienen un mayor número de microorganismos de la especie Bifidobacterium. Pero también alteran la microbiota otros aspectos como la zona geográfica donde se encuentran, la dieta de la madre durante el embarazo y la del niño durante los primeros años de vida, la genética, el estrés tanto de la madre embarazada como del bebé, el exceso de higiene, los tratamientos con antibióticos, el contacto con animales, etc.
Por tanto, la microbiota se va formando al mismo tiempo que la persona, y aunque podrá ir cambiando a lo largo de la vida, se sabe que son clave los primeros años para asegurar una buena formación. Según un estudio de la Facultad de Medicina Baylor de Houston (EEUU), existe una etapa de desarrollo hasta los 14 meses, una de transición hasta los 30 y finalmente, una de estabilización a partir de los 31 meses.
A partir de aquí, la microbiota puede ir cambiando pero siempre a un ritmo más lento y costoso. Igualmente, teniendo en cuenta que cada microbiota es única, habrá de más estables que otras, más o menos fáciles de recuperar, o que les afectaran más o menos los factores que la modifican.
Tener una buena microbiota es muy importante ya que este órgano tiene una estrecha relación con la digestión, el metabolismo y el sistema inmunitario. De la microbiota depende la absorción de los nutrientes que ingerimos, por tanto, el crecimiento y desarrollo de un bebé; nos puede solucionar problemas tan frecuentes como los cólicos, un trastorno que padecen un 40% de los bebés, entre otros.
Por lo que se refiere al sistema inmunitario, una buena microbiota es un mecanismo de defensa contra los patógenos. Se pueden evitar un gran número de enfermedades corrientes como los resfriados, ayuda a qué se puedan superar más rápidamente, etc. Y se cree que tiene relación con el desarrollo de alergias e intolerancias, trastornos cognitivos, y enfermedades más graves como el asma o la diabetes.
Es importante pues, velar por la formación de una buena microbiota de nuestros hijos y niños cercanos. Tenemos que intentar evitar los factores que sabemos que la perjudican, y podemos intentar reforzarla con suplementos como Bio-live Goo for You. Se trata de una bebida fermentada con 14 familias de microorganismos, plantas medicinales, minerales y zumos, completamente natural. Se puede mezclar con la leche, las papillas o cualquier bebida, por tanto, es muy fácil y cómodo de tomar. Su condición de líquido, además, hace que sea mucho más efectivo que los sobres o las pastillas.